“Emotivado” por la Marcha de los Pueblos Originarios, escribo estas simples impresiones, estas cuatro imágenes del pueblo interior que nos cuesta ver. Tal vez no tengan hilación entre ellas….o tal vez sean una sola cosa. ¡Como un país!
Hace 10 años, junto a un grupo de amigos de piel, se nos ocurrió traer a Trenque Lauquen una delegación del noroeste argentino…como para contestarnos esa pregunta que siempre nos hacíamos: ¿Por qué sabemos tan poco de nuestra cultura interior, de nuestro pueblo original y profundo y sin embargo compramos de memoria y extasiados los espejitos que nos venden desde afuera?
Cuando tiempo antes fuimos a sus tierras, a compartir la vida con ellos y sus circunstancias, allá arriba, alta en el cielo, volvimos cargados de enseñanzas y ejemplos, se convirtieron en amigos del alma que nos ayudaron a vernos un poco más allá de nuestros zapatos.
De ahí vinimos cambiados o más convencidos de lo que sentíamos, pero compartir esos inolvidables días con ellos, con esas razas milenarias, fue terminar de comprender que vivimos errados si no sabemos mirar hacia adentro de nuestro país y de nuestra cultura para aprender a sentir por todos. Y sobre todo para ser nosotros mismos, de una vez por todas.
Esa vez llegaron a nuestra ciudad más de 50 personas, bandas de sikuris, copleras con sus cajas artesanales de cuero templado y trenzado a mano. Trajeron sus gritos amanecidos desde el fondo de la tierra, llegó un músico mágico como Don Ricardo Vilca que llenó de duendes el teatro para siempre; además de historiadores coyas que nos contaron su cuitas, y bailadores y quenas y comparsas.
Fueron unos días intensamente felices. La gente de Trenque, solidaria como siempre, llenó un camión con pertrechos de todo tipo para que le lleguen a estos hermanos olvidados.
Fue lindo porque dar es vivir dos veces…y ellos nos dieron más riqueza que la que nosotros pudimos imaginar devolver.
Desde el norte traigo en el alma...
Quienes han andado por el norte argentino saben de lo que hablo, de esa mano tendida, de ese convite sin trabas, de ese abrazo nacido para el otro.
Vio como cambian los modos, los tiempos y los miedos, es como otro país, ¿no? Es común terminar cantando en algún bar compartiendo lo que no se tiene, ahí se bebe verdaderamente el valor de lo verdadero.
Es común, cuando se abren a la confianza, que no te olvides más de lo importante: Hablar con el corazón y escuchar que las palabras suenan mejor cuando no hay ningún interés detrás de ellas.
Me acuerdo de esos días porque hace semanas, pocos días nomás, se vinieron todos para la capital, cientos, miles de hermanos marginados por el olvido y la indiferencia trayendo sus ropas, sus costumbres y su paciencia infinita para soportar hasta lo insoportable.
Vinieron trayendo sus cajas, sus coplas y sus voces. Y me volví a emocionar, como si recordara esos tiempos en los que compartí con ellos su rabia sabia y su paz existencial. Y me emocioné más, cosas de la vida y del querer, cuando mi hijo me llama desde Buenos Aires y me dice estoy acá…con ellos, entremezclado en sus ritos, cantando, riendo,¡ llorando!
Milagros
Y me alegré, porque aún en nuestra cósmica estupidez humana que todos padecemos, sentí que uno como hijo, como amigo, como padre, hace lo que puede y lo que el derredor te deja, pero, sin pontificar, me alegré como pocas veces al saber que hay muchos hijos que saben que no todos somos “tinellis” que se burla de hermanos a los que considera inferiores en su siempre bien rankeada insensibilidad.
Ya sabe que no todos nos tragamos los sapos de la desvergüenza con que marginamos a nuestra propia cultura, y sabe que Milagro Sala, que estaba junto a él con su whipala(1) en alto, junto a todos., caminando. No es la que te venden ciertos medios que jamás compartieron ni una ronda de desamparados junto a ella.
Porque es fácil criticar desde lejos, desde el cómodo sillón de la inacción cotidiana, desde la mesa abundosa, es fácil ser moral desde la inmoralidad de no hacer nada por el otro, porque ella, en su humanidad de aciertos y errores, no critica, actúa!!
Los que viven por intereses: ¿Han hecho aunque sea un tercio de lo que hizo Milagro con los niños abandonados de todo olvido? ¿Están seguros que han dado más que ella por el otro, por el semejante? No lo creo.
¡Ay! que difícil es aprender que lo que vemos no siempre es lo que es.
Recomiendo, antes de desparramar nuestros prejuicios, ante todo y ante nuestra histórica autodenigración de los que somos, de esa manía destructiva que tenemos como país, aprendamos de a poco a saber que somos en la medida de lo que damos…! Y de eso, todas las Milagros del país y de cada rincón del dolor, saben un poquito más que los que aún no aprendemos a amar los cientos de Cristos que viven y luchan donde viviría él si volviera.
Plegaria de sikus y campanas
Cuando dejamos la escuela allá arriba a 4000 metros de soledad y frío, porque teníamos que volver a nuestra civilización occidental y “fortiana”, caminamos más de doce horas, con miedo a caer por el barranco seductor, ya sin aire y con los ojos mojándose a cada rato. Bajamos callados, y cuando exhaustos llegamos a Iruya, nos recostamos contra la pared de la antiquiísima parroquia , estaba tan cansado que me entredormí, me tapó rápido la noche, mientras los póstumos festejos de la virgen del Rosario quemaban los últimos cuetes.
Desperté, decía, y cuando giré la vista a mi lado, no pude creer lo que veía. En silencio, arropado con la desnudez de la injusticia, estaba a mi lado Miguelito, el kolla niño que había vivido una semana conmigo en la escuela, allá arriba. No podía creer que hubiese venido corriendo desde el techo de la montaña, con sus nueve o diez años, caminando en el peligroso atardecer horas y horas. Y ahí estaba pegadito a mí, sin hablar, ni mirarme.
Le dije sin salir del asombro: -Miguelito, ¿estás loco, qué hacés acá? Y él me dijo, entrecortado, con los ojos más achinados por el agua que nunca, suave como una caricia: -Yo bajé porque no quería que se vayan.
Y ahí me terminé de dar cuenta que sólo estamos vivos cuando vivimos en los demás.
Jalalla! (salud)
Nadie entiende que lo has dado todo
debes dar más, debes dar más
eres cuanto te necesitan
no cuánto eres
debes dar más, debes dar más.
Dirán que andas por un
camino equivocado
si andas por tu camino,
hallarás la distancia
que te separa de ellos
uniéndote a ellos.
Un amigo, una flor, una estrella,
no son nada
si no pones en ellos, un amigo,
una flor, una estrella
(Antonio Porchia)
PD: el documental “Milagro en Jujuy” del multipremiado director Miguel Pereira, con música de Ricardo Vilca sirve para conocer un poco más este sufrimiento hermano.
(1)Whipala: bandera de las naciones andinas.
Publicado en Diario La Opinion
Jorge "aleman" Azpiroz, musico/escritor