miércoles, 20 de abril de 2011

ES UNA CUESTION DE ACTITUD

"Lo que hagas será insignificante, pero es muy importante que lo hagas" Mahatma Gandhi

Sumar en la sinergia de la construcción en base al otro…refundarnos como niños en la sonrisa... ser parte de lo que suma y construye…celebrar en los demas, la vida!

Si cada vez que termina un año nos sentimos mas sensibles, espontáneos, expresivos! Si en cada fiesta abrazamos al semejante, nos besamos por doquier, levantamos la vista y celebramos “el otro”. Si desparramamos energía positiva por todos lados... ¿Por qué no lo hacemos mas días durante el año?. Debe ser porque en estas comarcas sureñas nos han inoculado desde pequeños un resistente virus que –a falta de cientificos que lo bauticen- podríamos llamarlo “agretosis”, terrible flagelo que nos vuelve “agretas” la mayor parte de nuestras vidas, siendo ya pandemia en estos lares. Asi como los argentinos poseemos maravillosas expresiones que debemos defender en nuestro genoma cultural: amigables, cofrádicos, fiesteros y hasta solidarios en su gran mayoría, también desgraciadamente sufrimos esta cepa enfermiza que nos hace ver siempre todo negro, oscuro, como si fuerámos el peor país de la tierra. Nacemos odiando nuestro propio patio. Generalizamos casi siempre, decimos que somos lo peor cuando a pocos pasos alguien humilde comparte el único pan con la sabiduría del propio mesías. Entonces, si nos han criado bombardeándonos desde todos lados con energía negativa, es difícil celebrar el alba, es verdad que todos tenemos momentos de ira puramente humanas pero vivir diariamente rodeado de gente tóxica es enfermizo. No por nada la juventud se aleja siempre de los “señores importantemente agretas” y escapa de los “viejos vinagres”, ellos saben de sobra que viajar exige esquivar la gente que te empuja a la banquina.
Aunque nos duela reconozcamos que somos todos un poco así en nuestra peor faz, en ese lado oscuro de nuestra idiosincracia.
Ver muchos “incomunicadores” construyendo muros Floydianos día a día, haciendo lo imposible por destruir lo que en definitiva es de todos, es claro ejemplo... Como diría Solyenisztin “no erramos por no ver la verdad, patente a simple vista, erramos porque errar siempre es el camino más fácil”. Cómo se comprendería entonces que un país tan rico y agraciado como este siempre deba estar retrocediendo casillas, en un autoflagelación provocada por los mismos habitantes o por los que tienen el poder de gobernar desde esos lugares que el pueblo no solo desconoce sino que jamás voto.
Somos “agretas” por ancestral emotividad colectiva, no me diga que no le pasa. Uno le pregunta a cualquiera como anda la cosa y siempre es "que querés con este país", prendemos el noticiero y sangra hasta el sintonizador, subimos al taxi, hacemos una cola y antes de indicar al destino surge el "estamos todos locos, esto es un caos", "que país de mierd..." no me diga que no actuamos asi.
Nacemos adorando el exterior, claro, después muchos van y ven con sus propios ojos que la realidad no siempre es como te la cuentan, y uno empieza a querer la querencia a fuerza de golpes y porrazos. Nacidos para sufrir, muchas veces nos inventamos el problema.

"Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él" Paulo Coelho


Algo podemos hacer

¿Y si de a poco cambiamos la actitud?. Si vociferamos que somos demócratas ¿por que no apoyamos la coyunturas de turno?, ¿por qué no nos damos cuenta que en definitiva somos todos el “estado”? Marquemos errores y horrores pero ayudemos, pongamos nuestro heroíca cotidianidad para mejorar un poco lo que nos rodea, sino es fácil llorar sobre lo que sin saberlo o queriendo, ayudamos a destruir una y otra vez como es costumbre, eternos Sisifos levantando una y otra vez la piedra, para que caiga sobre nuestras cabezas masoquistas.
Entonces ahora que comienza otro año y que si sabemos hacer un repaso muchas cosas mejorado desde la vida y desde lo colectivo, gracias a “todos los sectores democráticamente humanos” y a los revolucionarios de la alegría que luchan por positivar el futuro y no llenarlo de piedras. Entonces digo: celebremos cada día la vida –cuando se puede y nos deja- celebremos con actitud la sonrisa que nace en quien nos mira sincero, abracemos en serio una bandera común, humana, de cualquier color, sexo e ideología que nos cubra a todos, pero todos. Y empecemos a destapar con grandeza ese vino que solo saben compartir los que saben también esquivar lo efímero de la estupidez...
Yo insisto que es mejor ver siempre el vaso medio lleno, incluso cuando –por lógica natural- a veces llegue a estar vacío, ¿no es preferible acaso correr a llenarlo de nuevo?, ¿no es más sano ser afluentes de ese río solidario que contenga la sed que todos en algún momento vamos necesitar abrevar y saciar?
Es menos enfermizo y más reparador construir que destruir aunque mas difícil, pero todo lo difícil (recuerde los primeros pasos, los primeros besos) siempre te va a llenar de memoria y de vida interior para cuando escasee el alimento espiritual.

"Cuando nos sentimos positivos en nuestra actitud, esperando e imaginando el placer, la satisfacción y la felicidad, tendemos a atraer y a crear personas, situaciones y acontecimientos que se adecuan a estas expectativas" Shakti Gawain


Ese remedio infalible

Entonces, si no podemos descubrir la cura para la “agretosis” por lo menos sepamos que mientras estamos soñando un sueño colectivo, mientras sentimos seriamente que somos el otro y que la corte de “odiadores cotidianos” solo muere de envidia cuando descubre besos, cantos y almas libres, compartidas! Mientras sepamos eso –sin saberlo – estaremos construyendo mas vida en cada uno de nuestros hijos y esquivaremos con gambetas messiánicas a los que día a día escriben, vomitan y desafinan las calles con su egoísmo. Haremos un camino distinto en donde no nos pegue tanto la negatividad de los refutadotes de leyendas, de los Salieris de la alegría, de los que te señalan, de los que odian a quien disfruta el día salga como salga. Entonces levanto copa y convido,¡siempre convido¡ y pienso en cada niño que nos esta mirando, esperando, observando que la generación que los debe abrevar, contener, o sea nosotros, sus padres aprendamos un poco de ellos, que reparten el corazón sin mirar clases, razas, intereses ni dogmas, solo aman con esa tremenda capacidad de amar de los que saben que la vida puede ser un maravilloso juego si no permitirmos a los “agretas historicos y comtemporáneos” nos vengan a patear una y otra vez el tablero de la alegría.


"Casi todas las cosas buenas que suceden en el mundo,
nacen de una actitud de aprecio por lo demás
"
Dalai Lama


Jorge “aleman” Azpiroz (músico, escritor)

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Para creer o... terminar de reventar!

"El hombre en su evolución incorpora nuevos conocimientos, pero jamás abandona sus ritos"

¿Quién nos transmitió que cruzar los dedos aleja los malos espíritus? La pata de liebre que contrarresta -según tradiciones medievales- las noches en que las brujas se convertían en liebres para sorber los pechos de las mujeres que habían dado a luz. Seguramente lo de levantarse con el pie derecho obedece a la dictadura de los diestros que son mayoría y consideraban al zurdo –como algunas conductoras de televisión- como algo perverso.
Desde los druiadas y galenos de la antigüedad, la madera siempre fue fuente medicinal, aunque también en la grey cristiana se lo atribuye a la cruz de madera de cristo, ”tocar madera” entonces, es aferrarse a la tabla de salvación espiritual ante el peligro inminente del mal.
Y así podemos seguir con las herraduras, la sal desparramada, la positividad de algunos colores y por el contrario la necesidad de evitar gatos negros, de pasar bajo escaleras, y ni hablar del viernes 13, número fatídico si los hay que debe su fama al día de la muerte de varios semidioses, a Jesús (murió un viernes para colmo) y también el número de los apóstoles antes del final anunciado por un «cleto» de aquella época.
Entonces uno se pregunta porque el hombre desde su génesis lleva internalizado en mayor o menor medida el apego a las cábalas, a ritos y supersticiones y a las costumbres que aunque ninguneadas por lo bajo. seguimos usando porque, no creemos en brujas¡pero que las hay, las hay!

Cruzar los dedos!

A pesar de la velocidad de los cambios, de la prepotencia de los nuevos tiempos, poco han cambiado en nuestras costumbres los temores, los reaseguros cabuleros, la indefensión ante lo desconocido y la caterva de recursos que utilizamos para luchar contra las energías negativas que nos acompañan desde el principio mismo, seamos sinceros, ¿quién no tocó madera alguna vez u otra zona febril ante la presencia de energía negativa?, quién no pensó : “si sucede algo en pocos minutos será un mensaje y señal buena ante algún temor que nos apremia”. Prender velas, la oración a santos, la devoción a los milagros, la aprehensión a los ritos y creencias que nos ayudan como una armadura a enfrentar con mayor enjundia y ánimo la inminencia de una batalla desigual.
Lo increíble es que esta particularidad nos iguala a todos los humanos, sean de la religión o raza o cultura que sean. Todas pero todas tienen sus cábalas, sus pócimas y conjuros y sus miles de maneras de auyentar los demonios que insisten advertidos de nuestra innata fragilidad. Los brahanes e hindúes en la búsqueda de la reencarnación, los budistas viajando hacia dentro de sí mismos, el islamismo, el judaísmo y el cristianismo confluyendo en la virtud de las acciones a través del dogma con reglas a seguir para llegar a Dios.
Los ritos y ceremonias de los pueblos indígenas en su adoración a la tierra y a lo natural, el candomblé africano para espantar el mal con sus macumbas, orixas, umbandas, vudúes y santerías. Algunas más apegadas a su fe primaria, otras cercanas al sincretismo, al fusionarlas con la fe de los nuevos mundos.
Más allá de fe, que de eso de tratan las cábalas, éstas difieren solamente en la forma, el estilo en que cada cultura aleja el mal a través de plumas, saumerios, inciensos, rezos y sacrificios, o la “promesa” de que si se cumple lo pedido ofreceremos algo que en verdad nos cueste ofrendar.
Por eso, a pesar de que fingimos racionalidad, sabemos que internamente la mayoría aún lleva dentro de si ese submundo de creencias y tradiciones que no quiere gritar a viva voz porque parecería que es poco culto sabernos místicos y supersticiosos.

Ave de buen agüero

Esta nota nació para sintetizar un pedido de Sara, una asidua lectora de mis notas y yo le sumo un homenaje a Ana, creadora de la lechuza en este mismo diario, ya que si hay animal que rige la superstición ése es el buho o lechuza. Desde las pinturas rupestres siendo uno de los pocos animales que aparecen, a la Grecia antigua en que era uno de los símbolos de la diosa Palas Atenea (Minerva) diosa de la sabiduría y la inteligencia pues había nacido del cerebro de Zeus y con sus ojos profundos –como la lechuza- le era más fácil por más oscura que fuera, ver la verdad. También babilonios y egipcios lo usaban para proteger embarazos y partos, los hindúes como símbolo de espiritualidad cósmica y muchas culturas le ofrendaban como símbolo del conocimiento, los mayas en su horóscopo, señalan a la lechuza como factor espiritual y sensible, aunque también tiene en muchas otras culturas un significado más oscuro y tenebroso siempre asociado a la muerte «Reconozco el batir de las alas, sonido temeroso.» escribía el poeta Virgilio en su Eneida.
Sin embargo en su parte pristina, la lechuza como amuleto de hogares trae beneficios de protección y mejoras económicas, la tradición dice que hay que ir comprando diferentes adornos «lechuziformes» para progresar en ese mismo bienestar.

Yo tengo fe... que todo cambiará

Y en nuestro país somos evidentemente cabuleros. Basta ver los deportistas en una retahíla de persignaciones y pasos en falso para no entrar al terreno con el pie cambiado, los brazos al cielo en cada gol, como si el contrario no tuviera la misma protección divina no?, la afición a los burros y su frondosa “martingalas” tangueras, la devoción a la curandería que nos ha salvado de pasmos, empachos y verrugas, la lectura de manos, horóscopos y cartomancias, ídolos convertidos en santos, San Pugliese velando por los músicos, los actores y el deseo estercolero debido a que en teatros de antaño cuanto más carruajes, más gente y cuando más caballos más éxito o sea más “merde”... y estampistas y plata bajo el plato de ñoquis y 12 uvas en año nuevo y los “cuernitos” al mal agüero, y amuletos y tréboles y espigas... esmorfias y talismanes, o levantar a la novia (o novio) camino al lecho nupcial.
Entonces más allá de los fundamentos científicos que rechazan este universo cabulero, la gente sigue practicando –aún en sombras- su pagana forma de sobrellevar los miedos, la angustia, como un mecanismo de defensa ante la adversidad, cosa que no veo mal, cada cual lucha contra los molinos de viento de la vida con las armas que mejor le sirven, de eso se tratan las creencias, de eso se tratan las religiones, de eso se trata la lucha cotidiana ante lo enigmático de la existencia, ”hay que creer o reventar» es el dicho, o como dijo aquel parroquiano en una frase que quedó marcada a fuego en la historia de nuestra ciudad, al ser interrogado cuando iba caminando en medio de una procesión, el susodicho contestó efusivo: “y... en algo hay que creer me c... en Dios” provocando la risa incontenible de los presentes.


PD: mire si será un ave de buenos presagios que Tres Llantas, a pesar de ser un equipo humilde, equiparaba el juego gracias a los goles caídos del cielo del gran delantero local, “lechuza” Campos. Vaya a él también entonces este humilde homenaje.

Jorge "Aleman" Azpiroz.
Músico y escritor.

Un pequeño homenaje al gran Ricardo Vilca

Plegaria para el rey mago de las nubes

El asado ya había sido... Marcelo, Abel, Ana y otros organizadores salieron disparados para seguir tapando los miles de agujeros que se abren cuando se organiza algo tan anaeróbico a puro pulmón, decenas de músicos, artesanos, historiadores habían llegado de todos lados del país para desparramar su música, su arte, su ternura.
Traer en un fin de semana parte de la cultura del norte argentino no fue cosa fácil, las distancias, los tiempos, los albergues, el escenario, en fin, la cuestión es que a la noche en el teatro saldrían los sikuris, las quenas, los bailecitos, las coplas, las cajas chirleras a despertar el teatro de emociones encontradas.
Me tocó quedarme en medio de la quinta al rescoldo del fuego moribundo, entre los vasos ya poseídos por los queribles demonios de la amistad y el regocijo. Me tocó quedarme decía, porque debía esperar la llegada del maestro, Ricardo Vilca.
Tarde pero llegó, bajó –después de interminables horas de viaje- con toda la humildad del mundo entre sus ojos, con toda la educada timidez del norte entre sus manos y se sentó junto a sus músicos a beber bajo los árboles el tiempo del encuentro. Yo volví a beber porque la situación lo requería (siempre es fiesta cuando hay almas que valen la pena) y entonces con el asado ya tibio, casi frío, con el vino conversando entre las bocas, pude conocer a Don Ricardo Vilca y sus músicos, José Toconás y su charango y el “chato” González con su bolsa llena de sikus y zamponias.
Y ahí nomás supe que a la noche cuando en la velada ardan las velas de los acordes y rasguidos, viviría algo que habitaría eterno dentro de mi corazón... Vilca traía como un pequeño mundo, sufrido, amable, generoso como si fuera parte de su vestuario y traía además ese espejo verdadero que nos muestra lo mejor de nosotros mismos. Entonces uno crece, uno vive y respira vida y festeja –aún hoy- haber conocido al rey mago de las nubes y haber compartido la ternura inmanente de su cara de América malquerida.

Ellos tienen el sol

Cuando subió al escenario, como nadie lo conocía, provocó miradas encontradas, algunas al borde del precipicio del prejuicio. Estamos hablando de hace 15 años, después Divididos y sobre todo León Gieco lo harían crecer en popularidad entre sus pares, aunque como ya he escrito varias veces, jamás pude entender como Vilca no es más conocido. Se ve que muchos medios en vez de perseguir belleza prefieren apostar al desatino de la persistencia en el error de ver el vaso siempre medio vacío. Vilca tenía casi siempre el vaso medio vacío pero el alma la tenía siempre llena, rebosante, preparada para dar, para ofrendar, para el vital sacrificio del artista que sufre y ama y se emociona cuando la emoción nos emociona a todos, como debe ser, como siempre repito, músicos hay muchos, artistas hay pocos. Vilca era, es y será todo eso que cualquiera que cree en la obra, en el arte, en el compromiso de la cultura, debemos sostener a ultranza, Vilca era auténtico como el paisaje de su tierra, y transmitía –transparente- esa autenticidad.
Al rato de empezar yo miraba entre las butacas los rostros impávidos, absortos, el asombro de la gente que presentía y advertía que estaba en medio de una ceremonia mágica y vital. Era increíble ver como en esta especie de misa pagana, el silencio se volvía carne en cada carne, cuerpo en cada cuerpo y la alegría júbilo en cada canción.

Majada de sueños

A la medianoche se subieron de nuevo al auto desvencijado para volver al norte, a Jujuy. Don Ricardo seguía hablando bajito, nos abrazaba con la sinceridad del que no tiene que venderle nada a nadie, nosotros intuímos en ese momento que Ricardo, sus músicos y ese aire cálido del norte se nos iba a quedar a vivir alrededor de nuestros corazones. Cuando uno conoce gente de este tamaño humano inevitablemente -¡gracias a Pachamama! se vuelve más humano. Por eso comparto con los lectores esta emoción imborrable, este canto al canto verdadero, porque, concordemos que entre tanta vida chatarra, descartable, entre tanta mentira organizada como diría el Armando, entre tanta retahíla de hipocresía, de superficialismos, entre tantos que nos quieren hacer creer que es mejor la «nada» aunque brille y el olvido a los olvidados, en estas épocas en donde tenemos que escuchar pobres ricos hablando de ricos pobres, que mejor –como contrapeso- que la “risaniña”, que mejor que el abrazo compadre, el vino amigo, que mejor que la música del alma de Vilca. Él nos trajo la verdadera riqueza, aún en su vida repleta de años de indigencias, nos trajo el mejor de los tesoros, el de la mano compartida y ofrendada sin intereses ni doblez, sólo así, ¡simple!, con la bondad latiendo entre sus dedos, esos mismos dedos rajados por la dureza del destino, cobrizos como el oro del tiempo, apretando eternos en su eterna utopía, las manos de los que todavía queremos aprender a ser mejores personas escuchando atentos los sonidos del corazón y aprendiendo –de una vez por todas- a ver a la gente solamente con los ojos del alma.



PD: Esta nota es una invocada invitación a que lo escuchen. En su simpleza se colaban complejas variaciones clásicas sin abandonar jamás -como un acullico- el amor a su tierra enredándose de por vida sobre el diapasón.
Maestro rural en los pequeños poblados del norte jujeño. Su música fue interpretada en el Teatro Colón por 500 musicos y hoy día hacemos fuerza para que los homenajes a su siembra, se sigan realizando por todo el país.
Trabajos recomendados: La Magia de mi Raza, Nuevo Día, Majada de Sueños y Sueños de mi Tierra.

jueves, 8 de julio de 2010

Miremos el lado brillante de la pelota...

“El fútbol es la recuperación semanal de la infancia” (Javier Marías)

Amado y criticado. Para muchos, imprescindible, para otros, un pasatiempo primitivo. Arte o locura, estética o violencia, juego o batahola... todas, pero todas las palabras conviven en este existencial invento que en nuestra cultura es tan importante, que vive en el ánimo de sus adoradores desde el primer arco a arco con el viejo, hasta el último partido, junto al nieto...relatado.

En estos últimos tiempos, debido a lo cambios de quienes manejaron este poderoso entretenimiento, he leído notas por doquier, a favor o en contra, críticas y elogios de que el fútbol llegue al fin al pueblo, pero veo que la mayoría sigue confundiendo al fútbol solamente con un deporte, cuando es mucho más que eso: ¡Es cultura nacional! Nos guste o no, rezonguemos de sus defectos o nos alegremos de sus virtudes es así. Analizarlo como un simple deporte es no conocer la realidad de los países como el nuestro – bien latinos y sanguíneos- que viven, respiran y mueren abrazados a la pasión que esta cultural forma de pertenencia y de comunión colectiva provoca en sus más enfervorizados fieles, los hinchas.
El filosofo Gramsci lo definía como “el reino de la lealtad humana ejercida al aire libre”.

Desde lejos no se ve...

La parte sociopolítica la dejamos para otro día, pero que tu equipo jugara un viernes y te tuviesen de rehén hasta el domingo a las 00.00 hs. para ver un gol, era (sin contar que debías pagar hasta para ver un córner) poco menos que esclavizar a la gente a través de sus emociones. La actualidad siempre puede ser mejorada, pero invertir en algo cultural que recrea y divierte (ahora a más de 25 millones de argentinos), que acompaña y llega a lugares donde jamás habían visto un partido, no deja de ser socialmente más justo, porque aún suponiendo que el “fútbol para todos” haya sido un equívoco: “siempre es preferible un error que beneficie a los más humildes que un error que beneficie a los poderosos de siempre”.

“Yo crecí en un barrio privado... privado de luz, agua, teléfono...”,(Diego Armando Maradona).

La pelota manchada

Aunque el juego en sí jamás es culpable, siempre fui bastante crítico de su lado oscuro, de sus defectos y sus miserias, he escrito en contra de varios de sus males exógenos como el exitismo, la violencia y el fundamentalismo que intenta que uno viva a través de sus ídolos y no su propia vida. Pero me apenan también quienes lo denigran desde sus soberbios pedestales – por desconocimiento, tal vez- y no reconocen que, en su lado brillante, es una de las pocas cosas que nos mantiene en juego, que nos regurgita lo lúdico de nuestra infancia.
Por eso uno ve que para la mayoría, lo último que se cambia es su amor a este concepto de pertenencia, a ser parte de un equipo, a una forma de actitud compartida y muchas veces hasta una manera de ver la vida a través de las diversas y maravillosas formas que tiene este entretenimiento.
Y esto sin obviar lo importante que es para miles de niños que encuentran en los clubes ese ámbito cálido, esa contención y ese amparo que los ayuda a compartir con “iguales” esos años que marcan la vida para siempre.

“La única religión que no tiene ateos, y exhibe a sus divinidades.” (Galeano)

Fútbol y literatura

Entonces, sin caer en extremos, uno aprende a disfrutar de la vida como de lo positivísimo que ofrece el fútbol, sin exageraciones ni antagonismos, pero comprendiendo que forma parte de nuestra forma de sentir y de ser, de nuestra idiosincrasia como nación.
"Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol" (E. Sacheri)
Y nuestro país, saludablemente tiene en sus intelectuales muchísimos amantes de este juego y lo transcriben con pluma genial en varios libros, ensayos y poemas. Nombrar a inmensos pensadores como Soriano, Cortázar, Bayer, Sasturain o J. P. Feinmann, sirve como avanzada a decenas de grandes escritores que saben de memoria que la existencia pasa, sobre todo, por lo que nos emociona, y nos hace olvidar por un rato, que el partido de la vida tiene árbitros comprados de antemano que nos expulsan si gambeteamos lo políticamente correcto y siempre lo terminan antes de lo que uno desearía.

Maravilloso juego

El escritor Rodolfo Braceli dice: “Millones de veces oímos decir que el fútbol se parece a la vida. A veces dan ganas de decir que es la vida la que se parece al fútbol” y aumenta aún más su análisis filosófico: “El fútbol es maravilloso porque como juego es maravilloso. Pero además es maravilloso porque nos saca tan sin vueltas, tan de cuajo, la careta. En ese sentido, el deporte de la pelota nos desnuda, nos deja en pelotas”. Para pensar, ¿no?
El «negro» Fontanarrosa que tanto nos ayudó a ser mejores tipos, dejó miles de páginas dedicadas a su amado deporte. Lo marcó tanto el fútbol que hoy mismo se puede ver su nombre en las tribunas de su querido Rosario Central, “tengo dos problemas para jugar al fútbol. Uno es la pierna izquierda. El otro es la pierna derecha”, escribió con su inigualable ironía.
Vayan estas otras dos frases para reír un poco: “Central es prioridad uno. No me vengan con el cumpleaños de mamá. Yo me voy a la cancha. Eso es innegociable” y hablando en un reportaje sobre la sexualidad de los futbolistas aseveró: “Antes y después no pasa nada; el verdadero problema es la actividad sexual durante el partido”…¡Qué problema cuando se nos va esta gente!
Como decía anteriormente, seguro nos volvemos más mediocres como sociedad.

Tiempo adicionado

Por eso, “seamos buenos” (como dice un periodista) y reconozcamos en este maravilloso juego todo que nos une, lo que aunque sea por 90 minutos, nos abraza sin clasismos ni diferencias. Sepamos vernos en cada niño que en cada rambla patea la vida para adelante con la emoción del gol y la gambeta, ya tendrá tiempo de sufrir cosas peores, -la adultez suele ser un defensor con malas artimañas- y antes que los refutadores de leyendas y los escribas del pesimismo nos quieran robar la pelota cada vez que caiga en el patio de su amargura, antes de que nos quieran robar como es costumbre la alegría, hagámonos un pase entre todos y ganemos por goleada a todos los que hablan de “pueblo” y jamás compartieron con ese pueblo ni la naranja después del picado.

“Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol.” (Albert Camus).


PD: De cualquier manera si usted no está del todo de acuerdo con esta nota, ¡lo invito a definir por penales!

Jorge "aleman" Azpiroz, músico/escritor
especial para Diario La Opinión de Trenque Lauquen

sábado, 3 de julio de 2010

El amor en los tiempos del mundial


Me permito unas concisas reflexiones en apoyo al verdadero «sexo fuerte» que sufre cada mundial la metamorfosis de su marido vestido durante un mes con la misma sudada camiseta, pero por sobre todo sufre del desarraigo emotivo y el exilio del amor.


Ellas, diosas inconmesurables no entienden la pasión descerebrada que envuelve a sus maridos durante el mundial, sólo lo ven mimetizados, anquilosados en el sofá como si fueran parte del decorado, con la barba hirsuta, los ojos esquizoides, la copa manchando de aureolas la mesita frente al televisor, las cenizas del cigarro que ya formaron un contrapiso…
Ellas los ven así, expuestos ante la barbarie de veintidós piernas peludas corriendo tras el “orgasmicogol” en el cual depositan la testosterona y las ganas de ser ellos los protagonistas del éxtasis de la multitud, que como pocas veces es una sola cosa, no hay ricos ni pobres, ni status, ni diferencias. En ese momento, en esa tribuna, todos se abrazan con todos como si la estupidez humana se tomara un recreo en su afán de diferenciarse.
Y entonces ellas, con justa razón y conmovidas ante tanta secular adoración de sus cónyuges por esta enfermiza pasión, comprenden que sólo les queda disfrazarse durante el mundial como Ribery, Tévez o Messi y aprovechar y abrazar a ese maldito loco hasta en los saques de arco, no sea cosa que por no comprender la curativa enfermedad que produce el fútbol en estos niños barbados…no aprovechen para entender que cuando una mujer se casa con un hombre se casa con un futbolista frustrado y que la frase completa es y será: “contigo pan y cebolla y….¡Fútbol!”

Un mes entero sin sexo!

Y a pocos días del mundial, ellas observan impávidas el enfermizo amontonamiento de revistas deportivas, la cantidad “alpédica” de almanaques con el fixture de los partidos por toda la casa, lo escucha hacer planes con amigos para ver tal partido… Entonces ellas saben que han sido desplazadas por la ferviente religiosidad del fanatismo futbolero, han sido reemplazadas por el silbato y las vuvuzelas, por el césped que siempre quisieron tener en el patio, por esa efervescente revolución circular, en fin, notan ellas que han sido reemplazadas hasta por… ¡Mascherano!
¡Mas no os resignéis! Ese pobre individuo que con los ojos eyectados no abandona el control ni a sol ni a sombra, es el mismo que la cautivó hace tiempo, en las plazas de invierno con malos poemas y buenos abrazos, es el mismo, aunque hoy parezca un primate, que el que le llevaba rosas de Flores Lito para agasajarla, ¡con ese mismo brazo que hoy aferra férreamente los diarios deportivos!
¡Hasta los hoteles alojamientos pusieron televisores para ver el mundial!
Yo la comprendo querida, ricura o doña, ¿cómo competir en igualdad de condiciones en esos momentos de efervescencia hormonal cuando el árbitro pita un penal en contra, ¡hay cosas que es imposible de que vuelvan a su lugar!

Devórame otra vez

Una amiga me contaba: me la paso recorriendo sus músculos flaccidosos, sus recónditos bíceps extraviados por tantos asados, extremando lo leído, poniendo en práctica lo escuchado, mientras este infame troglodita me empuja de encima de él cada vez que Messi encara hacia ese gol que no fue el nuestro.
Yo la comprendo, antes de casarse deben preguntarle a ese adonis irredento una sola frase: ¿te gusta el fútbol? De ser así sepa que en estas épocas de adicciones lo perderá irremediablemente, se le escurrirá de las manos como jabón de baja espuma, ¡resígnese es sólo un mes! -si el equipo sigue ganando-, de lo contrario prepárese para ver e imaginar –más allá de los años actuales- a un viejo agreta jurando matar a Heinze cuando lo cruze en la calle.

¿Comeremos perdices?

En fin, algunas encuestas hechas por Mariano Grondona y Chiche Gelblung creen que una de las causas de que cada vez haya más matrimonios gays es que uno tiene con quien compartir la formación de los equipos de primera, pero no está del todo comprobado. ¡Cosas del indec!
Yo sólo puedo humildemente –desde mi parte femenina- compartir un consejo: más que odiarlos y hacérselo notar, ¡compréndalo!, hágase amiga de su locura, siéntese junto a él y, mate en mano, alabe la capacidad de Ronaldo, los pases de Kaka, los glúteos de Drogba!!! Comparta con él su irracional mundo pelotero, como yo aprendí a compartir las telenovelas, me miré Xica da Silva y El Clon ¡de punta a punta!
Para congraciarme con mi mujer conozco de Malparidas, Botineras y Herencia de amor, debo confesar que me subyugaron algunas heroínas bien portentosas, aunque es preciso reconocer también que me sentí bastante atraído por algunos “adónicos” galanes… ¡Qué va a hacer, últimamente uno es lo que ve, y lo que le quieren hacer ver por televisión!

Entre el cielo y la tierra

Por eso queridas amigas, hagamos el amor y no la guerra, quien dice que, si el equipo gana y juega bien, el troglodita no se ponga cariñoso y creativo. Quien le dice que gracias a una buena tarde de fútbol pueda pasar una maravillosa noche de pasión, porque las pasiones y las emociones son como la sangre que nos recorre. Y todas ustedes saben bien –mucho mejor que todos nosotros, los hombres- que hay pocas cosas que hacen que la sangre no llegue a la cabeza y a la razón. Una es el fútbol. la otra es…. ¡Vamo´ , vamo´, argentina… vamo´ a vamo‘ a ganar!

PD: Aprovecho para repetirle a mi madre, con la que vi el partido de argentina y gritaba los avances de Nigeria, ¡Mamá!...¡los morochos no son los nuestros!

Jorge "aleman" Azpiroz
Especial para Diaro La Opinión

martes, 8 de junio de 2010

Que nuestro pueblo interior nos habite


Toda la piel de América en la piel


“Emotivado” por la Marcha de los Pueblos Originarios, escribo estas simples impresiones, estas cuatro imágenes del pueblo interior que nos cuesta ver. Tal vez no tengan hilación entre ellas….o tal vez sean una sola cosa. ¡Como un país!

Hace 10 años, junto a un grupo de amigos de piel, se nos ocurrió traer a Trenque Lauquen una delegación del noroeste argentino…como para contestarnos esa pregunta que siempre nos hacíamos: ¿Por qué sabemos tan poco de nuestra cultura interior, de nuestro pueblo original y profundo y sin embargo compramos de memoria y extasiados los espejitos que nos venden desde afuera?
Cuando tiempo antes fuimos a sus tierras, a compartir la vida con ellos y sus circunstancias, allá arriba, alta en el cielo, volvimos cargados de enseñanzas y ejemplos, se convirtieron en amigos del alma que nos ayudaron a vernos un poco más allá de nuestros zapatos.
De ahí vinimos cambiados o más convencidos de lo que sentíamos, pero compartir esos inolvidables días con ellos, con esas razas milenarias, fue terminar de comprender que vivimos errados si no sabemos mirar hacia adentro de nuestro país y de nuestra cultura para aprender a sentir por todos. Y sobre todo para ser nosotros mismos, de una vez por todas.
Esa vez llegaron a nuestra ciudad más de 50 personas, bandas de sikuris, copleras con sus cajas artesanales de cuero templado y trenzado a mano. Trajeron sus gritos amanecidos desde el fondo de la tierra, llegó un músico mágico como Don Ricardo Vilca que llenó de duendes el teatro para siempre; además de historiadores coyas que nos contaron su cuitas, y bailadores y quenas y comparsas.
Fueron unos días intensamente felices. La gente de Trenque, solidaria como siempre, llenó un camión con pertrechos de todo tipo para que le lleguen a estos hermanos olvidados.
Fue lindo porque dar es vivir dos veces…y ellos nos dieron más riqueza que la que nosotros pudimos imaginar devolver.

Desde el norte traigo en el alma...

Quienes han andado por el norte argentino saben de lo que hablo, de esa mano tendida, de ese convite sin trabas, de ese abrazo nacido para el otro.
Vio como cambian los modos, los tiempos y los miedos, es como otro país, ¿no? Es común terminar cantando en algún bar compartiendo lo que no se tiene, ahí se bebe verdaderamente el valor de lo verdadero.
Es común, cuando se abren a la confianza, que no te olvides más de lo importante: Hablar con el corazón y escuchar que las palabras suenan mejor cuando no hay ningún interés detrás de ellas.
Me acuerdo de esos días porque hace semanas, pocos días nomás, se vinieron todos para la capital, cientos, miles de hermanos marginados por el olvido y la indiferencia trayendo sus ropas, sus costumbres y su paciencia infinita para soportar hasta lo insoportable.
Vinieron trayendo sus cajas, sus coplas y sus voces. Y me volví a emocionar, como si recordara esos tiempos en los que compartí con ellos su rabia sabia y su paz existencial. Y me emocioné más, cosas de la vida y del querer, cuando mi hijo me llama desde Buenos Aires y me dice estoy acá…con ellos, entremezclado en sus ritos, cantando, riendo,¡ llorando!

Milagros

Y me alegré, porque aún en nuestra cósmica estupidez humana que todos padecemos, sentí que uno como hijo, como amigo, como padre, hace lo que puede y lo que el derredor te deja, pero, sin pontificar, me alegré como pocas veces al saber que hay muchos hijos que saben que no todos somos “tinellis” que se burla de hermanos a los que considera inferiores en su siempre bien rankeada insensibilidad.
Ya sabe que no todos nos tragamos los sapos de la desvergüenza con que marginamos a nuestra propia cultura, y sabe que Milagro Sala, que estaba junto a él con su whipala(1) en alto, junto a todos., caminando. No es la que te venden ciertos medios que jamás compartieron ni una ronda de desamparados junto a ella.
Porque es fácil criticar desde lejos, desde el cómodo sillón de la inacción cotidiana, desde la mesa abundosa, es fácil ser moral desde la inmoralidad de no hacer nada por el otro, porque ella, en su humanidad de aciertos y errores, no critica, actúa!!
Los que viven por intereses: ¿Han hecho aunque sea un tercio de lo que hizo Milagro con los niños abandonados de todo olvido? ¿Están seguros que han dado más que ella por el otro, por el semejante? No lo creo.
¡Ay! que difícil es aprender que lo que vemos no siempre es lo que es.
Recomiendo, antes de desparramar nuestros prejuicios, ante todo y ante nuestra histórica autodenigración de los que somos, de esa manía destructiva que tenemos como país, aprendamos de a poco a saber que somos en la medida de lo que damos…! Y de eso, todas las Milagros del país y de cada rincón del dolor, saben un poquito más que los que aún no aprendemos a amar los cientos de Cristos que viven y luchan donde viviría él si volviera.

Plegaria de sikus y campanas

Cuando dejamos la escuela allá arriba a 4000 metros de soledad y frío, porque teníamos que volver a nuestra civilización occidental y “fortiana”, caminamos más de doce horas, con miedo a caer por el barranco seductor, ya sin aire y con los ojos mojándose a cada rato. Bajamos callados, y cuando exhaustos llegamos a Iruya, nos recostamos contra la pared de la antiquiísima parroquia , estaba tan cansado que me entredormí, me tapó rápido la noche, mientras los póstumos festejos de la virgen del Rosario quemaban los últimos cuetes.
Desperté, decía, y cuando giré la vista a mi lado, no pude creer lo que veía. En silencio, arropado con la desnudez de la injusticia, estaba a mi lado Miguelito, el kolla niño que había vivido una semana conmigo en la escuela, allá arriba. No podía creer que hubiese venido corriendo desde el techo de la montaña, con sus nueve o diez años, caminando en el peligroso atardecer horas y horas. Y ahí estaba pegadito a mí, sin hablar, ni mirarme.
Le dije sin salir del asombro: -Miguelito, ¿estás loco, qué hacés acá? Y él me dijo, entrecortado, con los ojos más achinados por el agua que nunca, suave como una caricia: -Yo bajé porque no quería que se vayan.
Y ahí me terminé de dar cuenta que sólo estamos vivos cuando vivimos en los demás.
Jalalla! (salud)

Nadie entiende que lo has dado todo
debes dar más, debes dar más
eres cuanto te necesitan
no cuánto eres
debes dar más, debes dar más.
Dirán que andas por un
camino equivocado
si andas por tu camino,
hallarás la distancia
que te separa de ellos
uniéndote a ellos.
Un amigo, una flor, una estrella,
no son nada
si no pones en ellos, un amigo,
una flor, una estrella
(Antonio Porchia)

PD: el documental “Milagro en Jujuy” del multipremiado director Miguel Pereira, con música de Ricardo Vilca sirve para conocer un poco más este sufrimiento hermano.
(1)Whipala: bandera de las naciones andinas.

Publicado en Diario La Opinion
Jorge "aleman" Azpiroz, musico/escritor

viernes, 23 de abril de 2010

Cuando el objeto suplanta al sujeto

"La sociedad de consumo no consume cosas...consume hombres" (Emir Silva, poeta argentino)

El mercado de consumo trabaja con la paciencia supina de la araña, y sin darnos cuenta, vivimos cada día más enredados en esa telaraña que este mercado narcotizante y sodomizador nos obliga a “necesitar” para vivir.


Esta mayor dependencia agitada por la velocidad de los medios de comunicación, nos invade por todos lados, bombardeándonos con productos sin los cuales nos quieren hacen creer que nuestra vida sería similar a la de un paramecio.
Y de a poco, sin sentirlo, nos vamos acostumbrando a convivir con millones de artefactos, objetos y accesorios que nos “venden” como fundamentales , nos vamos subordinando a este ejército de obediencias debidas y nos vamos masificando hasta convertirnos en una sola persona que come, trabaja, duerme, y hasta copula de la misma y uniforme manera, como nos dicta el “dios” oligopólico de los mercados.

Otro ladrillo en la pared...

El insostenible exceso de consumo compulsivo, es indudablemente la principal causa de destrucción masiva del mundo, provocando contaminación del medio ambiente con la inmensa cantidad de envases, pilas, residuos y plásticos desechados, inventando adicciones y saturando los recursos en forma alarmante. Sin contar los efectos que ya ha estudiado la medicina que produce en la cotidiana vida del hombre. Este consumismo compulsivo, esta devoción por las cosas prescindibles es una forma de baja autoestima... ¿vio que cuando más mal estamos más necesidad de consumir tenemos?... Como si comprar algo nos calmara. Según estos estudios, ese tipo de materialismo salvaje es producido por cierto vacío interior que nos lleva a tapar la angustia comprando aún lo que sabemos que no integra nuestras necesidades básicas ni nuestro alimento espiritual. Y en lugar de ser lo que somos, somos lo que tenemos, o sea, “nada”, convirtiéndonos solo en una parte más del engranaje inhumano de la modernidad.
Leí el otro día: el “compro luego existo” ha suplido el “pienso luego existo”. El enamoramiento por las modas no es más que otra pensada droga que nos inoculan los dueños de esta carrera hacia lo material. En la que todos, pero todos en mayor o menor medida somos parte -a sabiendas o no- que no hay llegada ni recompensa alguna, sólo la insatisfacción constante que provocan ex profeso, para que vivamos pendientes de necesidades que ni son básicas ni imprescindibles. Esta compulsión al derroche, a la acumulación , a la apropiación y a lo superfluo nos lleva vacios al final del juego.
Tanto consumir cosas que no precisamos cuando hay millones que no tienen ni para vivir se convierte entonces, en la gran trampa de las sociedades hiperconsumistas.


La risa, remedio infalible...

Y entonces nos damos cuenta un día de ¿Por qué tenemos 25 juegos de platos que jamás usaremos?, ¿Por qué hicimos cursos de hasta cómo peinar el gato? ¿los tomos de cómo ser rico en una semana que todavía estamos pagando? ¿esa almohada ergométrica que nos salió más cara que un asado para 45 personas?, esas costosas clases de jenga, esas fundas térmicas para los asientos del auto que nunca usaremos, esas decoraciones que compramos y jamás pondríamos, ese licor intomable que yace en el fondo del armario y que venció en el año 64 con la leyenda “recuerdo de..:”, los hamster que se cansaron de dar vueltas en la rueda y se terminaron muriendo de gentefobia, ni hablar de los «Tamagotchi», ni de las pavas que chiflan tango solas, televisores hasta en el baño, guantes con calefacción, esa lenceria erótica taiwanesa que ahora duerme en el fondo del cajón al lado de los pañuelos bordados por la abuela, las chalinas, el deshabillé y los soquetes de lana con el logo de Mambrú!!
Ni qué hablar del pastillerío!!! cajones y más cajones repletos de grageas para dormir, para despertarse, para orinar, para la memoria, para no recordar tanto, para adelgazar y muchas más para que nuestra mujer se ría un poco menos de nuestra performance.
Y sí… somos esclavos de esta catarata infernal de “llame ya” para ser felices, que nos pasamos la vida endeudados en cuotas para vivir en minicuotas.
Y a pesar de mi pluma exagerada- ¿no es verdad que todos hemos sido víctimas de esta moderna sumisión de creer que debemos vivir de acuerdo a como nos obligan estos paladines de lo políticamente correcto?. ¿Acaso estos imperios no necesitan convencernos que sólo consumiendo taparemos la angustia de saber que tenemos fecha de vencimiento? Lo más desechable de una sociedad de consumo es la gente que la consume, los producción siempre va a persistir mientras exista un hombre a quien hacerle creer hasta las bondades de una manzana, aún cuando el vendedor tenga forma de serpiente.
Estamos condenados a gastar, a usar, a deglutir este “maná” moderno, estamos –como decía Pink Floyd- en la pared, como otros ladrillos huecos más.
Advierto que no estoy en contra del consumo racional y responsable, que como todo progreso bien usado, es creador de empleos, confort, disfrute y otras yerbas. Aclaro esto porque nunca falta el que lee sólo lo que su culpa le dicta y me puede tratar de ingenuo y boludoide, cosa que asumo, pero. .. una cosa es hablar de mejorar la calidad de vida y otra de ser partícipes de su destrucción, ¿no?

Una, una pila de vida...

Pero como es inevitable esta decadencia humana, por lo menos si nos damos cuenta nos divertimos un poco. La suegra de un amigo mío –ávida consumista- tiene 3 perros de yeso en el jardín al lado de los gnomos pintados con acrílico, una cama de agua bendita, una bicicleta fija en cada pieza (dos con marcha atrás), medio centenar de libros de autoayuda, crema facial hecha con lodo de cuero del zorro, un antifaz para dormir y otro para cuando esta con el amante, una enagua con la cara de Sergio Denis y por si fuera poco un jardinero al que le enseñó frases en inglés para no olvidar jamás sus ardientes viajes a Jamaica y sus ardientes nativos!!!

Créditos

Yo me di cuenta que había caído en la trampa un día que me encontré luchando con un cepillo eléctrico que no funcionaba y que resultó ser algo parecido que quitó fuera de sí mi hermana de mis manos. Y hoy día vivo pidiendo créditos para pagar otros créditos. Mientras desayuno comida macrobiótica con speed, escucho en mis I phones los geniales rimas de Arjona, envestido en mis nuevas calzas flúo, llamo con mi bluetooth manos libres a mi mecánico mental, prendo el LCD 92" para ver “consumiendo por un sueño” llamo luego al delivery para que me traiga un felfort sin calorías, luego ato el dogo importado al lado de la cerca con alarma de 12.000 voltios, dejo prendido el riego por aspersión, cierro el motor de la piscina de agua corriente, cargo mi cuarta notebook última generación, me pongo el entretejido y mientras cuelgo mis “lentes” tridimensionales en el cuello de mi camisa de seda italiana, enfilo despacio a mi descapotable serie única, no sin antes pasar por mi dormitorio en donde mi mujer sigue practicando un nuevo tipo de gimnasia con nuestro exclusivo personal trainer!!!

Últimas imágenes del naufragio


“Una sociedad capitalista requiere una cultura basada en imágenes. Necesita suministrar muchísimo entretenimiento con el objeto de estimular la compra y anestesiar los dolores asociados a la clase, la raza y el sexo.”
Susan Sontag (E.E.U.U., 1933-2004)
En fin, no pontifiquemos después en diarios, programas y revistas sobre lo malo del “consumo extremo” cuando todo, pero todo guía a nuestros hijos a esta cultura dependiente, en donde para ser «feliz» tenés que tener y poseer.
Leía que los 20 países más ricos del mundo han consumido en este siglo más materia prima y recursos energéticos no renovables, que toda la humanidad a lo largo de su historia y prehistoria.
La marginalidad, la discriminación y la inseguridad son frutos pútridos de esta siembra feroz.
Las grandes enfermedades de estos últimos centenios como la obesidad, la narcodependencia, el workholismo, y decenas de otras tantas patologías, son producidas por el estrabismo creciente con el que el mundo nos obliga a mirar el futuro cada vez más extraviado.